sábado, 28 de marzo de 2015

El TDAH y la Auto-eficacia.




A menudo una de los efectos que más suelen presentar las personas con TDAH es una baja autoestima y motivación. Ambos conceptos son constructos muy genéricos y difíciles de trabajar directamente. En este artículo vamos a hablar de un concepto "menos complejo" que los anteriores y que es fundamental si queremos desarrollar estrategias motivadoras y edificar una sana autoestima: la autoeficacia.  

¿Qué es la auto-eficacia? 

Es un concepto creado por el psicólogo social Albert Bandura. Para desarrollar dicho concepto partió primero de la noción de expectativa que, de acuerdo con él, es “la evaluación subjetiva de la probabilidad de alcanzar una meta concreta” o dicho de otro modo es la creencia que podemos tener acerca de que podremos o no cumplir con un propósito. 


Dentro de las expectativas que influían en la auto-eficacia, Bandura  distinguió dos tipos:

  •   De eficacia: aquellas centradas en la propia persona llevando a cabo una conducta determinada con éxito o no.  “No soy capaz de mantener una dieta para adelgazar” o “Me resulta fácil mantener una dieta para adelgazar”.
  •  De resultado: aquellas que permiten anticipar el éxito o fracaso de una acción determinada. Por ejemplo “Si mantengo durante un 2 meses esta dieta adelgazaré 5 kg” o “Esta dieta no va a funcionar conmigo por muy bien que yo lo haga”


Gracias a esta teoría podremos ser más conscientes de nuestra motivación real (siempre y cuando sepamos identificar el tipo de expectativas)  a la hora de llevar a cabo un proyecto o tarea. Ambas expectativas (las de eficacia y las de resultado) han de jugar a nuestro favor para mantener una motivación constante.
Los dos tipos de expectativas pueden interactuar del siguiente modo provocando una serie de emociones:






  • Si nuestras expectativas de resultado son positivas (si sigo esta dieta durante 2 meses, adelgazaré los 5 kg)  y las de eficacia también (sé que soy capaz de comer todos los días los productos de la dieta) tenderemos a la alegría y tendremos más motivación para afrontar una tarea en particular como seguir un régimen de adelgazamiento.La situación de motivación será la más óptima.
  • Si nuestras expectativas de resultado son positivas (si sigo esta dieta durante 2 meses, adelgazaré los 5 kg) pero sin embargo las de eficacia son negativas (no me considero capaz de comer sólo los productos de la dieta)  tenderemos a la tristeza y es posible que no intentemos hacer ningún esfuerzo.
  • Si nuestras expectativas de resultado son negativas (por mucho que siga ese régimen, voy a seguir igual) pero sin embargo las de eficacia son positivas (sé que soy capaz de comer todos los días los productos de la dieta) tenderemos a la cólera, ya que pensaremos que no depende de nosotros y que por mucho que hagamos dará igual por lo tanto, no persistiremos en nuestro objetivo.
  • Si tanto nuestras expectativas de eficacia como de resultado son negativas (por mucho que siga ese régimen, voy a seguir igual y no me considero capaz de comer sólo los productos de la dieta) tenderemos a la apatía y es muy posible que abandonemos a la primera de cambio.
Por lo tanto, a la hora de llevar a cabo un objetivo es conveniente revisar si tanto nuestras expectativas de resultado -¿confio en que lo que estoy haciendo es válido para mi objetivo?- y de eficacia -¿soy realmente capaz de hacer lo que me he propuesto?- son las adecuadas para tener un estado motivacional óptimo. Si nuestras respuestas no son afirmativas conviene que redifinamos nuestra estrategia bien eligiendo una acción que consideremos más eficaz o bien, una acción en la que nos consideremos capaces de hacer o ambas...

¿Qué ocurre en el TDAH?

Muchas veces las expectativas de eficacia han sido influidas en el TDA(H) por una serie de experiencias desagradables y  juicios de terceros “desafortunados” (que procedían de un pobre conocimiento del trastorno) que conducen a falsas creencias en la capacidad de la persona “soy incapaz de estudiar una hora todos los días, no me puedo concentrar". Si no somos muy conscientes de esto, es posible que la motivación no se mantenga en ninguna acción que llevemos a cabo porque, después de todo, la persona no se cree capaz. ¿Qué podemos hacer? Por un lado; facilitar el éxito diseñando acciones en las que una persona se crea capaz y por otro lado; realizar un cambio de creencias en cuanto a sus posibilidades "no eres incapaz de estudiar una hora todos los días símplemente has de encontrar tu manera de hacerlo como estudiar en intervalos más cortos, utilizar estrategias visuales, etc..."  
Otras veces serán las expectativas de resultado las que estén afectadas ya que una persona puede tender a pensar que la influencia del trastorno es mayor de lo que realmente es “las matemáticas son imposibles de aprobar para alguien con TDAH” “¿Para qué voy a estudiar Bachillerato sin con TDAH no puedo aprobar?” Es importante desbancar estas creencias mostrando casos de personas con TDAH que han estudiado carreras  de las cuales tenemos cuantiosos ejemplos. 



Las estrategias de motivación son algo fundamental a la hora de superar el TDAH para ello es muy necesario tomar conciencia de que exista una correcta interacción entre nuestras expectativas de eficacia y de resultado, sino va a ser verdaderamente difícil que nos motivemos porque sencillamente creeremos que no vale la pena realizar ningún esfuerzo. La teoría de la autoeficacia de Bandura nos da unas claves muy interesantes para conocernos mejor a nosotros mismos  y a los demás y ser capaces mediante el cambio de expectativas de influir en el estado motivacional.