lunes, 22 de junio de 2015

Autoestima y TDAH I: Conceptos básicos



Uno de los efectos comunes del TDAH en las personas que lo padecen es la presencia de una baja autoestima. Mucho se habla de esta mágica palabra pero ¿sabemos realmente qué significa y qué mecanismos implica? Para empezar diremos que la autoestima es la valoración emocional que hacemos al pensar sobre nosotros mismos. Es algo así como las emociones que sentimos al escuchar nuestro propio nombre o al vernos reflejados en alguna parte, si aceptamos a esa persona de la que hablan o que vemos reflejada en el espejo o no, si confiamos en ella o no… 




Para entender cómo llegamos esa valoración final hemos de hablar primero del auto-concepto. El auto-concepto es de alguna manera el filtro cognitivo que tenemos construido mediante el que nos representamos a nosotros mismos (nuestras fortalezas y debilidades) y por el que se categorizan todas nuestras vivencias.  Este “filtro” está condicionado por dos tipos de factores:

  • Internos como nuestras creencias, valores, identidad, etc…  
  •  Externos como el ambiente en el que nos desenvolvemos y las respuestas que recibimos de él.
 
Lo externo puede influir en lo interno y viceversa, así por ejemplo un niño con TDAH puede no obtener resultados deseados en un examen, mientras observa que los demás compañeros si los obtienen. En casa, sus padres además le comparan constantemente con otros niños de la familia (sus primos, hermanos, etc…) No es raro que todo este cúmulo de experiencias sean generalizadas y hagan llegar al niño a unas conclusiones como que no vale para estudiar. A partir de este momento la realidad que percibirá será distorsionada, atribuyendo sus fallos en lo académico a su falta de aptitud y eliminando los casos en los que objetivamente sí pudiera tener una buena aptitud.  
Si por el contrario el mismo niño es diagnosticado de manera temprana con TDAH y tanto sus padres como su terapeuta saben cómo inculcarle que él tiene unas capacidades intelectuales tan buenas como otro niño o niña de su clase y saben probarlo con hechos objetivos. Además de demostrarle una aceptación incondicional, pase lo que pase. Es muy posible que aunque en el futuro tenga que vivir por situaciones poco agradables (ya que por mucho que nos empeñemos el mundo no está adaptado al TDAH)  sabrá que él puede aprender de otra manera y tendrá el coraje de superar las adversidades, lo que contribuirá a construir una fuerte personalidad. Este proceso no sólo puede aplicarse al ámbito académico sino también  a lo socio-emocional, a lo físico y a lo profesional. 



Afortunadamente, cada vez son más los casos de niños o niñas con TDAH que se detectan a tiempo y sobre los que se puede construir un buen auto-concepto que se traduzca en una fuerte autoestima. Sin embargo, aún quedan muchos casos entre adolescentes y adultos que tuvieron dificultades para desarrollar una autoestima sana y en los que aunque sean conscientes hoy día de sus dificultades pasadas aún conservan esos mecanismos de generalización, distorsión y eliminación que desarrollaron de manera inconsciente en su infancia. Librarse de ellos no es tarea fácil y requiere de un gran ejercicio de consciencia unido a experiencias de éxito que logren desarrollar ese “sistema inmunitario de la conciencia” que es la autoestima. 

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