Uno de los efectos comunes del TDAH en las
personas que lo padecen es la presencia de una baja autoestima. Mucho se habla
de esta mágica palabra pero ¿sabemos realmente qué significa y qué mecanismos
implica? Para empezar diremos que la autoestima es la valoración emocional que hacemos al pensar sobre nosotros mismos.
Es algo así como las emociones que sentimos al escuchar nuestro propio nombre o
al vernos reflejados en alguna parte, si aceptamos a esa persona de la que
hablan o que vemos reflejada en el espejo o no, si confiamos en ella o no…
Para entender cómo llegamos esa valoración
final hemos de hablar primero del auto-concepto.
El auto-concepto es de alguna manera el filtro
cognitivo que tenemos construido mediante el que nos representamos a nosotros mismos (nuestras fortalezas y debilidades) y por
el que se categorizan todas nuestras vivencias. Este “filtro” está condicionado por dos tipos
de factores:
- Internos como nuestras creencias, valores, identidad, etc…
- Externos como el ambiente en el que nos desenvolvemos y las respuestas que recibimos de él.
Lo externo puede influir en lo interno y
viceversa, así por ejemplo un niño con TDAH puede no obtener resultados
deseados en un examen, mientras observa que los demás compañeros si los obtienen.
En casa, sus padres además le comparan constantemente con otros niños de la
familia (sus primos, hermanos, etc…) No es raro que todo este cúmulo de experiencias
sean generalizadas y hagan llegar al
niño a unas conclusiones como que no vale para estudiar. A partir de este
momento la realidad que percibirá será distorsionada,
atribuyendo sus fallos en lo académico a su falta de aptitud y eliminando los casos en los que objetivamente
sí pudiera tener una buena aptitud.
Si por el contrario el mismo niño es
diagnosticado de manera temprana con TDAH y tanto sus padres como su terapeuta
saben cómo inculcarle que él tiene unas capacidades intelectuales tan buenas
como otro niño o niña de su clase y saben probarlo con hechos objetivos. Además
de demostrarle una aceptación
incondicional, pase lo que pase. Es muy posible que aunque en el futuro
tenga que vivir por situaciones poco agradables (ya que por mucho que nos
empeñemos el mundo no está adaptado al TDAH)
sabrá que él puede aprender de otra manera y tendrá el coraje de superar
las adversidades, lo que contribuirá a construir una fuerte personalidad. Este
proceso no sólo puede aplicarse al ámbito académico sino también a lo socio-emocional, a lo físico y a lo
profesional.
Afortunadamente, cada vez son más los casos
de niños o niñas con TDAH que se detectan a tiempo y sobre los que se puede
construir un buen auto-concepto que se traduzca en una fuerte autoestima. Sin
embargo, aún quedan muchos casos entre adolescentes y adultos que tuvieron
dificultades para desarrollar una autoestima sana y en los que aunque sean
conscientes hoy día de sus dificultades pasadas aún conservan esos mecanismos
de generalización, distorsión y eliminación que desarrollaron de manera
inconsciente en su infancia. Librarse de ellos no es tarea fácil y requiere de
un gran ejercicio de consciencia unido a experiencias de éxito que logren
desarrollar ese “sistema inmunitario de la conciencia” que es la autoestima.
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