Si en la entrada anterior
hablábamos del concepto genérico de la autoestima y cómo ésta se podía ver
influenciada por el TDAH, ahora vamos a centrarnos en un concepto muy
relacionado con lo anterior: la dependencia en las relaciones personales.
No es raro que la presencia de
una baja autoestima esté acompañada de una dependencia hacia alguna persona o personas que a la larga
nos dificulte vivir nuestra propia vida. Cómo mencionábamos en la entrada anterior,
la autoestima está muy determinada por el auto-concepto
que es el filtro cognitivo en el que tenemos una representación internalizada (y en gran medida inconsciente) de nuestros habilidades en diferentes áreas
(social, académica, laboral, etc…). Las representaciones de nuestro auto-concepto serán las que den
valores a las llamadas Ecuaciones Emocionales.
Dichas ecuaciones según unos autores como Lazarus y Folkman son valoraciones inconscientes que
realizamos ante cualquier evento que
tengamos que afrontar en nuestra vida. Si tendríamos que representarlas gráficamente serían
como una división en la que el dividendo sería la situación que estamos
evaluando y el divisor los recursos de los que creemos que disponemos para
resolverla. El resultado sería la creencia de que podemos afrontar o no dicha
situación. Ejemplo:
SITUACIÓN:
CONOCER GENTE EL PRIMER DÍA DE CLASE EN
EL INSTITUTO
RECURSOS:
NO SÉ COMO INICIAR UNA CONVERSACIÓN, SOY TÍMIDO
RESULTADO:
EVITACIÓN DE LA SITUACIÓN.
Entre las áreas que solemos evaluar de manera inconsciente y que nos producen
malestar por no poseer los recursos necesarios se encuentran:
- Mantenernos por nosotros mismos.
- Tomar decisiones importantes.
- Superar los problemas serios.
- Gestionar el tiempo libre.
- Las relaciones sexuales.
- Las reuniones sociales.
Si
no hemos desarrollado un buen auto-concepto durante nuestra niñez es posible
que tengamos miedos que nos hagan evitar ciertas situaciones que nos impidan
alcanzar un desarrollo personal. A partir de aquí pueden ocurrir varias cosas:
Una,
que tengamos la suerte de toparnos en la vida con personas emocionalmente sanas
que nos ayuden a superarnos tratando de hacer que tengamos una mejor
auto-percepción de nuestras posibilidades, como por ejemplo esos amigos que nos facilitan
el éxito en experiencias como conocer gente del sexo opuesto o nos fuerzan a
que asumamos retos que creíamos imposibles dándonos el apoyo necesario para
arreglárnoslas en solitario. En definitiva BUENAS
AMISTADES.
Otra,
que nos encontremos con personas un
tanto manipuladoras que, no sabiendo cómo encontrar su propia felicidad,
presentan la necesidad de controlar la vida de los demás para sentirse bien y
de las que podemos ser presas fáciles
al detectar éstas nuestros temores a afrontar ciertas situaciones. Frases como “¿qué harías sin mí?” o “¡Ves! Te lo tengo que hacer yo todo…” Pueden
ser síntomas de haber caído en las redes de personas así que pueden ser nuestra
pareja, nuestro supervisor, amistades, etc… En el fondo podemos ser conscientes de que
estamos manteniendo una relación nociva o “tóxica” pero nuestro temor a
afrontar ciertas situaciones sin nadie a nuestro lado nos hace tolerar dicha
relación la cual va empobreciendo más aún si cabe nuestra autoestima y nos hace
caer en un círculo vicioso terrible que nos genera una sensación de frustración
continua.
Sea
cual sea la situación que vivamos, desde aquí proponemos que las soluciones vayan encaminadas en un proceso que puede tener dos
vías: la primera tratar de aumentar
nuestras habilidades personales como por ejemplo aprender habilidades
sociales o habilidades de autocuidado (así mejorará nuestra auto-valoración inconsciente de
las situaciones) y la segunda tratar de acercarnos
de manera gradual y progresiva hacia situaciones que tememos como reuniones
sociales (el primer día estar media hora, el segundo 45 minutos, etc…).
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