lunes, 13 de julio de 2015

Cómo mejorar la creatividad en el TDAH.


Se habla muchas veces que las personas con TDAH tienen un gran potencial creativo en sus cabezas, sin embargo muchas veces se confunde creatividad con generar ideas. La creatividad en un sentido amplio del término es mucho más que eso, se puede definir como una capacidad que tenemos para responder a demandas ambientales de forma original y a la vez adaptativa. Es cierto que las personas con TDAH podemos tener una relativa facilidad para generar ideas, pero no es menos cierto que también tenemos una tendencia a perdernos en el proceso de materializar dichas ideas en algo real y factible lo que acaba colgándonos el sambenito de personas “soñadoras” que empiezan algo pero que luego fallan a la hora de ponerlo en práctica… 



Una propuesta que vamos a sugerir para mejorar la creatividad fue la que lanzó Robert Dilts, uno de los investigadores más relevantes dentro del campo de la PNL y el Coaching.  Dilts quiso averiguar cómo pensaban las personas creativas y para ello modeló la estrategia mental que seguía una de las personas más originales del siglo pasado: Walt Disney (quien se dice que era hiperactivo).



Para ello desglosó el proceso que seguía dicho personaje y lo dividió en una serie de sub-procesos mentales que han sido aplicados con éxito en personas y organizaciones y que son los siguientes: 


  1. El soñador: cuando hablamos del soñador nos referimos a la fase en que nos orientamos hacía un objetivo que queremos conseguir muy a largo plazo. Para ello nos representamos el logro de ese objetivo en nuestra mente. Esta fase es la que, en teoría, las personas con TDAH realizamos con cierta facilidad ya que conectamos ideas de manera muy fluida.  Para potenciarla al máximo se recomienda que realicemos la representación de ese logro de la manera más vivenciada posible sentándonos en una postura relajada, manteniendo la cabeza alta y pensando en un objetivo que queramos lograr en 6 meses o más tarde y nos preguntemos: ¿Cuál es mi objetivo? ¿Por qué quiero lograrlo? ¿Qué beneficios tendré con él? ¿Cómo sabré que tendré dichos beneficios? ¿A quién me quiero parecer?  Cuando nos respondamos a estas preguntas conviene hacer el esfuerzo de definir lo más que podamos las imágenes que vemos, los sonidos que escuchamos y las sensaciones que tenemos. Eso ayudará a que nuestro cerebro segregue la dopamina necesaria para cargar nuestras baterías.
  2. El realista: esta suele ser la fase que es más susceptible de mejora en el TDAH ya que es la que más se centra en cómo llevar a la práctica nuestras ideas ¿Has visto alguna vez a ese perfecto profesional que sabía cómo hacer su trabajo de forma eficiente y ordenada? Pues ese es a quien buscamos ahora. Hablar del realista significa enfocarnos en el proceso que vamos a seguir. Para ello seguiremos un enfoque ingenieril. Si queremos parecernos al realista lo mejor es que tomemos la siguiente fisiología: nos sentemos con la mirada al frente, el tronco ligeramente inclinado hacia adelante y los antebrazos apoyados en los muslos, mientras nos hacemos las siguientes preguntas: ¿Cuándo estará completado mi objetivo? ¿Quién va estar implicado? ¿Cuál será el primer paso? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero? ¿Qué me va a indicar que me acerco a mi objetivo o que me estoy alejando de él? En definitiva todo aquello que nos ayude a construir un perfecto manual de instrucciones a seguir, de forma clara y ordenada y que nos indique cuándo tenemos que parar y redefinir (auto-monitorización)  y que nos dé unos criterios para saber cuándo vamos bien y así poder seguir auto-motivándonos.
  3. El crítico: ahora que ya sabemos qué es lo que queremos y cómo lo queremos hacer, nos hace falta un consultor que evalúe si es viable lo que vamos a hacer y analice los posibles riesgos y problemas que puedan surgir a la hora de llevar a cabo nuestros propósitos. Ese será el crítico. Para consultar con él lo mejor será que nos sentemos y mientras nos tocamos la barbilla con la mano nos hagamos preguntas como estas ¿A quién afectará esta idea y quién facilitará su eficacia? ¿Por qué razón podría alguien objetar ese plan o esa idea? ¿Qué le falta al plan para ponerse en marcha? ¿Funcionaría esto ante circunstancias adversas? Sobre todo lo que queremos es prevenir problemas o saber cómo prepararnos ante su aparición desarrollando si es necesario recursos extras para ello. No es raro en el TDAH que la impulsividad a la hora de planificar nos juegue malas pasadas. Esta fase nos ayudará a evitar desagradables sorpresas.

En este video Robert Dilts, explica estos procesos en una entrevista realizada por Elsa Punset:




Para finalizar recordamos que es necesaria la perfecta combinación de las tres fases ya que si uno o varios actúan de forma predominante, nos ocurrirá lo que el propio Robert Dilts explica de forma genial en su obra “Coaching herramientas para el cambio”:

·         Un Soñador sin un Realista y un Crítico no es más que eso: un Soñador.
·         Un Realista sin un Soñador y un Crítico no es más que un robot.
·         Un Crítico sin un Soñador y un Realista es un aguafiestas.
·       Un Soñador y un Realista sin un Crítico son un departamento de I+D que produce prototipos pero sin criterios de calidad.
·         Un Realista y un Crítico sin un Soñador son una burocracia.
      ·         Un Soñador y un Crítico sin un Realista son una montaña rusa maníaco-depresiva. 

Es posible que se nos dé mejor "soñar" que a las personas sin TDAH pero eso no quiere decir que no necesitemos mejorar otros procesos. Estrategias como la de Walt Disney nos pueden ayudar a convertir nuestros sueños en realidad y vencer la frustración...

miércoles, 1 de julio de 2015

Autoestima y TDAH II: La dependencia en las relaciones personales



Si en la entrada anterior hablábamos del concepto genérico de la autoestima y cómo ésta se podía ver influenciada por el TDAH, ahora vamos a centrarnos en un concepto muy relacionado con lo anterior: la dependencia en las relaciones personales. 



No es raro que la presencia de una baja autoestima esté acompañada de una dependencia  hacia alguna persona o personas que a la larga nos dificulte vivir nuestra propia vida. Cómo mencionábamos en la entrada anterior, la autoestima está muy determinada por el auto-concepto que es el filtro cognitivo en el que tenemos una representación internalizada (y en gran medida inconsciente) de nuestros habilidades en diferentes áreas (social, académica, laboral, etc…). Las representaciones de nuestro auto-concepto serán las que den valores a las llamadas Ecuaciones Emocionales. Dichas ecuaciones según unos autores como Lazarus y Folkman son valoraciones inconscientes que realizamos ante cualquier evento que tengamos que afrontar en nuestra vida. Si tendríamos que representarlas gráficamente serían como una división en la que el dividendo sería la situación que estamos evaluando y el divisor los recursos de los que creemos que disponemos para resolverla. El resultado sería la creencia de que podemos afrontar o no dicha situación. Ejemplo: 

SITUACIÓN: CONOCER GENTE EL PRIMER DÍA DE CLASE EN EL INSTITUTO
RECURSOS: NO SÉ COMO INICIAR UNA CONVERSACIÓN, SOY TÍMIDO

RESULTADO: EVITACIÓN DE LA SITUACIÓN.

 Entre las áreas que solemos evaluar de manera inconsciente y que nos producen malestar por no poseer los recursos necesarios se encuentran:

  •  Mantenernos por nosotros mismos.
  • Tomar decisiones importantes.
  • Superar los problemas serios.
  • Gestionar el tiempo libre.
  •  Las relaciones sexuales.
  • Las reuniones sociales.

Si no hemos desarrollado un buen auto-concepto durante nuestra niñez es posible que tengamos miedos que nos hagan evitar ciertas situaciones que nos impidan alcanzar un desarrollo personal. A partir de aquí pueden ocurrir varias cosas:
Una, que tengamos la suerte de toparnos en la vida con personas emocionalmente sanas que nos ayuden a superarnos tratando de hacer que tengamos una mejor auto-percepción de nuestras posibilidades,  como por ejemplo esos amigos que nos facilitan el éxito en experiencias como conocer gente del sexo opuesto o nos fuerzan a que asumamos retos que creíamos imposibles dándonos el apoyo necesario para arreglárnoslas en solitario. En definitiva BUENAS AMISTADES



Otra, que nos encontremos con personas un tanto manipuladoras que, no sabiendo cómo encontrar su propia felicidad, presentan la necesidad de controlar la vida de los demás para sentirse bien y de las que podemos ser presas fáciles al detectar éstas nuestros temores a afrontar ciertas situaciones. Frases como “¿qué harías sin mí?” o “¡Ves! Te lo tengo que hacer yo todo…” Pueden ser síntomas de haber caído en las redes de personas así que pueden ser nuestra pareja, nuestro supervisor, amistades, etc…  En el fondo podemos ser conscientes de que estamos manteniendo una relación nociva o “tóxica” pero nuestro temor a afrontar ciertas situaciones sin nadie a nuestro lado nos hace tolerar dicha relación la cual va empobreciendo más aún si cabe nuestra autoestima y nos hace caer en un círculo vicioso terrible que nos genera una sensación de frustración continua. 



Sea cual sea la situación que vivamos, desde aquí proponemos que las soluciones vayan encaminadas en un proceso que puede tener dos vías: la primera tratar de aumentar nuestras habilidades personales como por ejemplo aprender habilidades sociales o habilidades de autocuidado (así mejorará nuestra auto-valoración inconsciente de las situaciones) y la segunda tratar de acercarnos de manera gradual y progresiva hacia situaciones que tememos como reuniones sociales (el primer día estar media hora, el segundo 45 minutos, etc…).

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