Cada vez que se habla del TDAH hay una
tendencia a pensar en la etapa infantil.
Mucha gente tiende a imaginarse a un niño o niña con problemas en la
escuela. Si bien, a estas edades y en
estos contextos suele ser donde es más notorio el trastorno, éste va a seguir,
en la mayoría de los casos, acompañando a la persona durante todo su ciclovital variando su sintomatología.
Pero mucha gente se pregunta ¿Qué es lo que
hace que hablemos del TDAH en adultos? ¿Por qué surgen casos ahora y antes no?
A esta cuestión me gusta responder diciendo que probablemente no haya más casos
ahora que hace 30 años. Lo que sí ha cambiado es la sociedad en las que nos
desenvolvemos. Las personas que ahora están cerca de la jubilación tuvieron que
crecer en un entorno que, en la mayoría de los casos, tenía unas condiciones
materiales mucho más duras que las que existen hoy en día en el que había que sobrellevar muchas dificultades, y donde
el nivel de exigencia física era mayor. Pero por el contrario, había puestos de
trabajo más monitorizados y dirigidos en los que una persona con TDAH podía pasar más
desapercibida. Con esto no quiero decir que la vida fuera un camino de rosas,
ni mucho menos, los problemas de
adaptación surgirían, pero al menos el entorno podía ofrecer más posibilidades
de inclusión laboral. A todo esto hay que
añadir la existencia de más derechos laborales y una menor precariedad en las
condiciones de trabajo.
Hoy en día, el desarrollo tecnológico a la
vez que los factores socio-económicos están requiriendo un mayor nivel de
eficiencia, esto es, un gran rendimiento
con el mínimo coste de recursos (tiempo, dinero, materiales…) en este contexto
el uso de las funciones ejecutivas es primordial y una alteración del mismo se
va a notar mucho más que hace 30 años. La tendencia hoy en día a puestos en los
que no hay una monitorización directa (nadie está detrás diciéndote lo que hay
que hacer) pero si hay una evaluación mucho más exhaustiva del rendimiento. Además de que la tasa de desempleo y la
precariedad laboral están creciendo de forma alarmante. Todos estos factores
van a hacer que los casos de TDAH generen una desventaja más evidente en la población
adulta causando muchísimos problemas de adaptación a un contexto materialmente
más “blando” pero mentalmente más exigente. No es raro que tras casos de
ansiedad y depresión que están llegando a los servicios de Salud Mental haya clínicos
competentes que estén “destapando” casos de TDAH no tratados.
A pesar de todo se calcula que un 80% de la
población adulta que tiene el trastorno no lo sabe. Tener conciencia es, por
tanto, fundamental para adquirir herramientas con las que poder afrontar un
poco mejor el contexto actual y, sobre todo, adquirir un autoconocimiento que
permita, por un lado, aceptar las limitaciones y, por otro, utilizar las
capacidades de la manera más estratégica en función de las posibilidades que cada caso
individual con sus circunstancias pueda ofrecer. Después de un diagnóstico el
camino no va a dejar de ser duro, pero al menos será más fácil saber hacia
dónde ir y cómo.
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