sábado, 23 de enero de 2016

TDAH y comorbilidad: la Depresión.

Los trastornos depresivos son una de las comorbilidades que se pueden presentar con el TDAH. Vamos a trazar de definir en qué consisten y cuál es su relación con el TDAH. 

¿Qué es? 

Entendemos por depresión a la presencia de un estado de ánimo bajo, con pérdida del interés en casi todas las áreas y actividades, lo cual provoca un cambio drástico en la manera de ser de la persona, previo a la aparición de estos síntomas, y con características agregadas como alteraciones a nivel fisiológico, cognitivo y conductual. 




Conviene resaltar que la presencia de un trastorno depresivo es algo muy diferente a tener baja autoestima lo cual es muy frecuente en el TDAH debido al historial de experiencias de fracaso y críticas continuadas que la persona acarrea a lo largo de su vida.  Si bien es cierto que una cosa (baja autoestima) puede llevar a la otra (trastorno depresivo) afortunadamente en la mayoría de los casos no es así.  La persona con baja autoestima infravalora sus capacidades y tiende a evitar involucrarse en situaciones cotidianas como conocer gente, buscar un trabajo mejor porque no se siente capaz.  Lo más frecuente es que se sienta desmoralizada e insatisfecha por el no cumplimiento de sus metas en la vida. Puede arrastrar cierto malestar pero a pesar de todo puede levantarse todos los días y llevar una vida normal e incluso tener momentos en los que realice actividades en las que disfruta como quedar con un grupo de amigos o hacer ejercicio. Obviamente, la persona con baja autoestima también requerirá ayuda y apoyo pero será distinto al que pueda requerir alguien con un trastorno depresivo. 

Por el contrario, una depresión es un trastorno del ánimo serio que implica un riesgo potencial para la salud de la persona debido a la presencia de síntomas neurofisiológicos que afectan a actividades básicas como comer y dormir y sobre todo la presencia de ideas recurrentes que incluyen los autorreproches o el suicidio.  La persona con depresión muchas veces no quiere ver a nadie ni está motivada para hacer actividades con las que pudiera disfrutar con anterioridad presentando episodios de irritabilidad. 



Criterios diagnósticos.


El DSM V distingue varios trastornos depresivos: 

  • Trastorno Depresivo Mayor.
  • Trastorno Depresivo Persistente (distimia). 
  • Trastorno Disfórico Premenstrual. 
  • Trastorno Depresivo debido a otra afección médica. 
  • Otro trastorno depresivo especificado. 
  • Otro trastorno depresivo no especificado. 
  • Trastorno de desregulación destructiva del estado de ánimo. 


 Vamos a describir los criterios que nombra dicho manual para los dos más frecuentes: El Trastorno Depresivo Mayor y el Trastorno Depresivo Persistente (distimia)


Trastorno de depresión mayor.

A. Cinco (o más) de los síntomas siguientes han estado presentes durante el mismo período de dos semanas y representan un cambio del funcionamiento previo; al menos uno de los síntomas es (1) estado de ánimo deprimido o (2) pérdida de interés o de placer.

Nota: No incluir síntomas que se pueden atribuir claramente a otra afección médica.

1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días, según se desprende de la información subjetiva (p. ej., se siente triste, vacío, sin esperanza) o de la observación por parte de otras personas (p. ej., se le ve llo roso). (Nota: En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable.)

2. Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días (como se desprende de la información subjetiva o de la observación).

3. Pérdida importante de peso sin hacer dieta o aumento de peso (p. ej., modificación de más del 5% del peso corporal en un mes) o disminución o aumento del apetito casi todos los días. (Nota: En los niños, considerar el fracaso para el aumento de peso esperado.)

4. Insomnio o hipersomnia casi todos los días.

5. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días (observable por parte de otros; no simplemente la sensación subjetiva de inquietud o de enlentecimiento).

6. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.

7. Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada (que puede ser delirante) casi todos los días (no simplemente el autorreproche o culpa por estar enfermo).

8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones, casi todos los días (a partir de la información subjetiva o de la observación por parte de otras personas).

9. Pensamientos de muerte recurrentes (no sólo miedo a morir), ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.

B. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

C. El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección médica.

Nota: Los Criterios A–C constituyen un episodio de depresión mayor.

Nota: Las respuestas a una pérdida significativa (p. ej., duelo, ruina económica, pérdidas debidas a una catástrofe natural, una enfermedad o discapacidad grave) pueden incluir el sentimiento de tristeza intensa, rumiación acerca de la pérdida, insomnio, pérdida del apetito y pérdida de peso que figuran en el Criterio A, y pueden simular un episodio depresivo. Aunque estos síntomas pueden ser comprensibles o considerarse apropiados a la pérdida, también se debería pensar atentamente en la presencia de un episodio de depresión mayor además de la respuesta normal a una pérdida significativa.
Esta decisión requiere inevitablemente el criterio clínico basado en la historia del individuo y en las normas culturales para la expresión del malestar en el contexto de la pérdida.

D. El episodio de depresión mayor no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, trastorno delirante, u otro trastorno especificado o no

especificado del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.

E. Nunca ha habido un episodio maníaco o hipomaníaco.

Nota: Esta exclusión no se aplica si todos los episodios de tipo maníaco o hipomaníaco son inducidos por sustancias o se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de otra afección médica.


Trastorno depresivo persistente (distimia).

En este trastorno se agrupan el trastorno de depresión mayor crónico y el trastorno distímico del DSM-IV.

A. Estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día, presente más días que los que está ausente, según se desprende de la información subjetiva o de la observación por parte de otras personas, durante un mínimo de dos años.

Nota: En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable y la duración ha de ser como mínimo de un año.

B. Presencia, durante la depresión, de dos (o más) de los síntomas siguientes:

1. Poco apetito o sobrealimentación.

2. Insomnio o hipersomnia.

3. Poca energía o fatiga.

4. Baja autoestima.

5. Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones.

6. Sentimientos de desesperanza.

C. Durante el período de dos años (un año en niños y adolescentes) de la alteración, el individuo nunca ha estado sin los síntomas de los Criterios A y B durante más de dos meses seguidos.

D. Los criterios para un trastorno de depresión mayor pueden estar continuamente presentes durante dos años.

E. Nunca ha habido un episodio maníaco o un episodio hipomaníaco, y nunca se han cumplido los criterios para el trastorno ciclotímico.

F. La alteración no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo persistente, esquizofrenia, trastorno delirante, u otro trastorno especificado o no especificado del espectro de la esquizofrenia y otro trastorno psicótico.

G. Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a otra afección médica (p. ej., hipotiroidismo).

H. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

Nota: Como los criterios para un episodio de depresión mayor incluyen cuatro síntomas que no están en la lista de síntomas del trastorno depresivo persistente (distimia), un número muy limitado de individuos tendrán síntomas depresivos que han persistido durante más de dos años pero no cumplirán los criterios para el trastorno depresivo persistente. Si en algún momento durante el episodio actual de la enfermedad se han cumplido todos los criterios para un episodio de depresión mayor, se hará un diagnóstico de trastorno de depresión mayor. De no ser así, está justificado un diagnóstico de otro trastorno depresivo especificado o de un trastorno depresivo no especificado.


TDAH y Depresión. 




De acuerdo con ciertos estudios la prevalencia de la depresión en el conjunto de la población con TDAH es del 25-27%. La depresión puede presentarse en cualquier momento del ciclo vital pero son  la adolescencia seguida de la década de los 30 años las edades mas frecuentes de aparición.  



Los factores más facilitadores de la depresión en el TDAH son los siguientes: 



  • Predisposición genética. 
  • Presencia de Trastornos Depresivos por parte de alguno de los progenitores. 
  • Exposición repetida y continuada ambientes de angustia social y deprivación  durante la infancia.
  • Presencia de Trastorno Oposicionista Desafiante y con Trastorno Disocial en la infancia. 
  • Presencia de baja autoestima desde muy temprana edad. 
  • Comorbilidad con el trastorno de ansiedad y fobias sociales en la edad adulta.


Intervención.

Lo más importante en el caso de que haya comorbilidad entre TDAH y Depresión es tratar el trastorno que más está afectando a la persona de manera prioritaria que en la mayoría de los casos suele ser la depresión, especialmente si hay presencia de síntomas neurovegetativos y riesgos de suicidio. 




El tratamiento de la depresión se compone de: 


  • Medidas farmacológicas con antidepresivos. 
  • Tratamiento psicoterapeutico que se suele centrar en: 
    • Elevar la autoestima de la persona. 
    • Dar apoyo. 
    • Tomar conciencia de los propios sentimientos. 
    • Asegurar que la persona atribuye los cambios a sí misma. 
    • Seguimiento y prevención de posibles recaídas 



A su vez el tratamiento del TDAH y el de la depresión (en alguna de sus fases) pueden coexistir y es posible que se tengan que recurrir a fármacos para el TDAH y para la Depresión de forma simultánea ya que los primeros por sí solos no reducen los síntomas de la depresión.

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